Hace 438 años… Nacía Santa Fe


Acta de Fundacion de Santa Fe

La ciudad y sus pobladores
Santa Fe fue una ciudad planificada desde su inicio. El acta fundacional hace referencia explícita a una traza o plano de la ciudad que sirvió de padrón para la adjudicación de los solares. Sin embargo, el plano trazado por Garay se perdió durante la época colonial y con él aparentemente toda documentación gráfica de la distribución física de la ciudad. Debieron transcurrir cerca de tres siglos para que la evidencia arqueológica de las Ruinas de Santa Fe la Vieja la identificaran como la primera ciudad planificada del Río de la Plata.
Garay repartió personalmente los solares y determinó la distribución de chacras y de suertes de estancias. El plano de la ciudad siguió el trazado de cuadrícula introducido en América por la praxis conquistadora y fundacional española. Es probable que para dar traza a Santa Fe, Garay se guiara por los ejemplos prácticos de otras ciudades ya fundadas como Lima (1535). El reparto de cada solar, equivalente a la cuarta parte de una cuadra o manzana dividida en cruz, fue hecho con verdadero sentido económico y estratégico.
Pocos son los índices demográficos que se tienen de la vieja ciudad, comenzando por los nueve españoles y más de setenta mestizos paraguayos que acompañaron a Garay en 1573. El primer dato censal corresponde a 1622 cuando el Gobernador Diego de Góngora empadrona 126 vecinos, o sea, alrededor de 900 habitantes. Para mediados de aquel siglo, el número de habitantes puede estimarse entre 1.500 y 2.000.
Los pobladores conformaron una sociedad de gran diversidad étnica y cultural, compuesta de españoles europeos, criollos, mestizos, aborígenes locales y procedentes del área paraguaya (guaraníes) y africanos incorporados como esclavos. Cada uno de estos grupos aportó rasgos de su propia cultura y orígenes en la configuración de la sociedad santafesina.

La mudanza de la ciudad
La elección del sitio para fundar la ciudad había sido objeto de especial cuidado por parte de Garay. La costa occidental del Paraná garantizaba abundante caza y pesca; en un documento de 1576 se declara que Santa Fe está ubicada y edificada en lugar muy bueno, sano y fértil, añadiéndose que en torno de ella en el río hay grandes pesquerías y cazas. El emplazamiento se destacaba además por la elevación del terreno, propia del albardón costero.
Sin embargo, a mediados del siglo XVII se pusieron en evidencia algunas desventajas. La presión de aborígenes sobre la frontera, la interrupción de los caminos en tiempos de creciente y la erosión de la barranca provocada por el río, motivaron que el Cabildo decidiera el traslado de la ciudad a otro lugar que asegurara su futuro.
El 21 de abril de 1649, el procurador de la ciudad presentó al Cabildo una petición planteando el problema. Al año siguiente el Visitador General Andrés Garavito de León autorizó el traslado y el 5 de octubre del mismo año el Cabildo resolvió su ejecución.
El traslado de la ciudad requería previa autorización real, aprobación que no se produjo sino hasta después de efectuado el traslado. Una Real Cédula de la Reina Gobernadora fechada en Madrid el 6 de mayo de 1670 dio por bien hecha y confirmada la mudanza.

Cayastá y el siglo XIX
Luego del traslado de Santa Fe, en 1698 las tierras que habían sido del ejido y la traza fundacional fueron otorgadas por merced del Cabildo a Antonio Márquez Montiel. Cien años más tarde, en 1784, a las inmediaciones del lugar se trasladó la reducción de Concepción de Cayastá. Aunque la reducción desapareció en la década de 1820, el topónimo perduró desde entonces en ese lugar.
En 1867 el gobierno de la Provincia firmó un contrato de colonización con el conde Tessières de Bois Bertrand y dispuso la fundación de un pueblo en las cercanías del lugar denominado El Pueblo Viejo. El sitio de la vieja Santa Fe fue adjudicado como chacras de colonos y el pueblo de Cayastá se trazó un kilómetro al norte.
En 1923, en una loma que estaba junto al río San Javier y que se había formado por el derrumbe de las construcciones de Santa Fe la Vieja, el gobernador Enrique Mosca hizo levantar un monolito y colocó una placa en homenaje a Juan de Garay y demás fundadores. En 1939 otro gobernador, Manuel María de Iriondo, rindió un homenaje similar con una nueva placa.
En 1942 el sitio fue declarado Lugar Histórico Nacional, carácter que se ampliaría a la categoría de Monumento Histórico Nacional luego del descubrimiento de las ruinas por Agustín Zapata Gollán.

El Cantor Chamamecero, don Mario Millán Medina…


Don Mario Millán Medina

Mario Millán Medina (1914-1977), conocido como El Cantor Chamamecero”, fue un conocido músico, compositor, cantante y guitarrista de chamamé y música litoraleña, de Argentina. Reconocido como uno de los principales compositores de canciones litoraleñas, compuso casi 200 canciones entre ellas varias incorporadas al cancionero popular de la música litoraleña entre las que se destacan «El rancho ‘e la Cambicha», «La guampada», «El sargento Sapo», «El colimba», entre otras.

Con «El rancho ‘e la Cambicha» fue el creador del estilo musical rasguido doble. Sus letras se caracterizaron por el sentido del humor, creando una línea que sería continuada y que ha sido conocida como chamamé festivo. Por el contenido costumbrista de sus composiciones ha sido llamado también como el Molina Campos del Chamamé.

Hijo de un inmigrante español y una criolla correntina, nació el 25 de mayo de 1914 en la Colonia El Porvenir en el departamento de Goya de la provincia de Corrientes, Argentina.

Su canción «El rancho ‘e la Cambicha» es una de las más importantes de la historia de la música folklórica de Argentina. Compuesta en la década de 1940, creó el rasguido doble que desde entonces se constituyó en uno de los estilos musicales centrales de la música litoraleña. Grabada en 1951 por Antonio Tormo, vendió cinco millones de discos, suma nunca superada luego y originó el denominado boom del folklore.

Falleció en Rosario, el 6 de noviembre de 1977, a los 63 años de edad.

El rancho e´ la cambicha

Esta noche que hay baile
en el rancho ‘e la cambicha,
chamamé de sobrepaso
tangueadito bailaré.
Chamamé milongueado
al estilo oriental,
troteando despacito
como bailan los tagüé.

Al compás de acordeona
bailaré el rasguido doble,
troteando despacito
este doble chamamé.

Y esta noche de alegría
con la dama más mejor
en el rancho ‘e la cambicha
al trotecito tanguearé.

Van a estar lindas las chianzas,
Le hablaré lindo a las guainas
para hacerles suspirar.
Luciré camisa ‘e plancha,
mi pañuelo azul celeste,
mi bombacha bataraza
que esta noche estrenaré.

Mi sombrero bien aludo,
una flor en el cintillo,
una faja colorada
y alpargatas llevaré.

Un frasco de agua florida
para echarle a las guainas
y un paquete de pastillas
que a todas convidaré.

Y esta noche de alegría
con la dama más mejor
en el rancho ‘e la cambicha
al trotecito tanguearé.

Van a estar lindas las chianzas,
Le hablaré lindo a las guainas
para hacerles suspirar.

Leyenda del Lobizon


El Lobizon por Horacio Quiroga

Una noche en que no teníamos sueño, salimos afuera y nos sentamos. El triste silencio del campo plateado por la luna se hizo al fin tan cargante que dejamos de hablar, mirando vagamente a todos lados. De pronto Elisa volvió la cabeza.

—¿Tiene miedo? —le preguntamos.

—¡Miedo! ¿De qué?

—¡Tendría que ver! —se rió Casacuberta—. A menos…

Esta vez todos sentimos ruido. Dingo, uno de los perros que dormían, se había levantado sobre las patas delanteras, con un gruñido sordo. Miraba inmóvil, las orejas paradas.

—Es en el ombú —dijo el dueño de casa, siguiendo la mirada del animal. La sombra negra del árbol, a treinta metros, nos impedía ver nada. Dingo se tranquilizó.

—Estos animales son locos —replicó Casacuberta—, tienen particular odio a las sombras…

Por segunda vez el gruñido sonó, pero entonces fue doble. Los perros se levantaron de un salto, tendieron el hocico, y se lanzaron hacia el ombú, con pequeños gemidos de premura y esperanza. Enseguida sentimos las sacudidas de la lucha.

Las muchachas dieron un grito, las polleras en la mano, prontas para correr.

—Debe ser un zorro: ¡por favor, no es nada! ¡toca, toca! —animó Casacuberta a sus perros. Y conmigo y Vivas corrió al campo de batalla. Al llegar, un animal salió a escape, seguido de los perros.

—¡Es un chancho de casa! —gritó aquél riéndose. Yo también me reí. Pero Vivas sacó rápidamente el revólver, y cuando el animal pasó delante de él, lo mató de un tiro.

Con razón esta vez, los gritos femeninos fueron tales, que tuvimos necesidad de gritar a nuestro turno explicándoles lo que había pasado. En el primer momento Vivas se disculpó calurosamente con Casacuberta, muy contrariado por no haberse podido dominar. Cuando el grupo se rehizo, ávido de curiosidad, nos contó lo que sigue. Como no recuerdo las palabras justas, la forma es indudablemente algo distinta.

—Ante todo —comenzó— confieso que desde el primer gruñido de Dingo preví lo que iba a pasar. No dije nada, porque era una idea estúpida. Por eso cuando lo vi salir corriendo, una coincidencia terrible me tentó y no fui dueño de mí. He aquí el motivo.

Pasé, hace tiempo, marzo y abril en una estancia del Uruguay, al norte. Mis correrías por el monte familiarizándome con algunos peones, no obstante la obligada prevención a mi facha urbana. Supe así un día que uno de los peones, alto, amarillo y flaco, era lobisón. Ustedes tal vez no lo sepan: en el Uruguay se llamaba así a un individuo que de noche se transforma en perro o cualquier bestia terrible, con ideas de muerte.

De vuelta a la estancia fui al encuentro de Gabino, el peón aludido. Le hice el cuento y se rió. Comentamos con mil bromas el cargo que pesaba sobre él. Me pareció bastante más inteligente que sus compañeros. Desde entonces éstos desconfiaron de mi inocente temeridad. Uno de ellos me lo hizo notar, con su sonrisita compasiva de campero:

—Tenga cuidao, patrón…

Durante varios días lo fastidié con bromas al terrible huésped que tenían. Gabino se reía cuando lo saludaba de lejos con algún gesto demostrativo.

En la estancia, situado exactamente como éste, había un ombú. Una noche me despertó la atroz gritería de los perros. Miré desde la puerta y los sentí en la sombra del árbol destrozando rabiosamente a un enemigo común. Fui y no hallé nada. Los perros volvieron con el pelo erizado.

Al día siguiente los peones confirmaron mis recuerdos de muchacho: cuando los perros pelean a alguna cosa en el aire, es porque el lobisón invisible está ahí.

Bromeé con Gabino.

—¡Cuidado! Si los bull-terriers lo pescan, no va a ser nada agradable.

—¡Cierto! —me respondió en igual tono—. Voy a tener que fijarme.

El tímido sujeto me había cobrado cariño sin enojarse remotamente por mis zonceras. Él mismo a veces abordaba el tema para oírme hablar y reírse hasta las lágrimas.

Un mes después me invitó a su casamiento; la novia vivía en el puesto de la estancia lindera. Aunque no ignoraban allá la fama de Gabino, no creían, sobre todo ella.

—No cree —me dijo maliciosamente. Ya lejos, volvió la cabeza y se rió conmigo.

El día indicado marché; ningún peón quiso ir. Tuve en el puesto el inesperado encuentro de los dueños de la estancia, o mejor dicho, de la madre y sus dos hijas, a quienes conocía. Como el padre de la novia era hombre de toda confianza, habían decidido ir, divirtiéndose con la escapatoria. Les conté la terrible aventura que corría la novia con tal marido.

—¡Verdad! ¡La va a comer, mamá! ¡La va a comer! —rompieron las muchachas.

—¡Qué lindo! ¡Va a pelear con los perros! ¡Los va a comer a todos! —palmoteaban alegremente.

En ese tono ya, proseguimos forzando la broma hasta tal punto que, cuando los novios se retiraron del baile, nos quedamos en silencio, esperando. Fui a decir algo, pero las muchachas se llevaron el dedo a la boca.

Y de pronto un alarido de terror salió del fondo del patio. Las muchachas lanzaron un grito, mirándome espantadas. Los peones oyeron también y la guitarra cesó. Sentí una llamarada de locura, como una fatalidad que hubiera estado jugando conmigo mucho tiempo. Otro alarido de terror llegó, y el pelo se me erizó hasta la raíz. Dije no sé qué a las mujeres despavoridas y me precipité locamente. Los peones corrían ya. Otro grito de agonía nos sacudió, e hicimos saltar la puerta de un empujón; sobre el catre, a los pies de la pobre muchacha desmayada, un chancho enorme gruñía. Al vernos saltó al suelo, firme en las patas, con el pelo erizado y los bellos retraídos. Miró rápidamente a todos y al fin fijó los ojos en mí con una expresión de profunda rabia y rencor. Durante cinco segundos me quemó con su odio. Precipitóse enseguida sobre el grupo, disparando al campo. Los perros lo siguieron mucho tiempo.

Éste es el episodio; claro es que ante todo está la hipótesis de que Gabino hubiera salido por cualquier motivo, entrando en su lugar el chancho. Es posible. Pero les aseguro que la cosa fue fuerte, sobre todo con la desaparición para siempre de Gabino.

Este recuerdo me turbó por completo hace un rato, sobre todo por una coincidencia ridícula que ustedes habrán notado; a pesar de las terribles mordidas de los perros —y contra toda su costumbre— el animal de esta noche no gruñó ni gritó una sola vez.

Llegada de la Virgen de Itatí a Villa Constitución


La Virgen de Itatí
La Virgen Peregrina de Itatí llega a Villa Constitución y la honraremos con el Canto y Baile en dos grandes chamameceada. El día viernes 28 por la noche en el salón de la parroquia ntra sr de lujan de barrio talleres

el sábado por la noche en la escuela 44 de barrio san José: la patrona del noreste argentino deja su basílica de corrientes itatí para bendecir a sus hijos: donde ellos la veneraran con canto y baile de su región músicos chamameceros y ellos

Son: ángel Montiel: de bs as y voz Ricardo Ferreira: de villa Const.

Víctor Arévalo.: san Nicolás y villa Const.

Los ariscos del chámame villa constitución

Raúl Lezcano: san Nicolás

Valido: empalme

Laurita berón: San Nicolás

Tomas berón: villa gobernador Gálvez

Alberto Leiva: rosario

Andresito el ángel de acordeón y los hnos. Benítez de villa Const.

José Villanueva: villa Const.

Laurita Verón: san Nicolás

Creta.;

Los hermanos Suarez pavía: villa Gob. Gálvez

Los hermanos Balbona: Rosario

Músicos a confirmar.

Todo músico que quiera venerar a la virgen y participar del evento comuníquese al tel.: 03400 471186

Gacetilla de Prensa – Virgen de Itatí


La Virgen peregrina de Itatí llega a Villa Constitución. La esperamos el viernes 28 de octubre a las 18 hs. frente al Hogar de Abuelos Renacer (en la Curva de Bassi); quedándose con nosotros y recorriendo distintos barrios, hasta el domingo 30 a la mañana.

La honraremos con el canto y el baile en dos grandes chamameseadas, el viernes 28 por la noche en el salón de la Parroquia Nuestra Señora de Luján de barrio Talleres y el sábado 29 por la noche en la Escuela 44 de barrio San José.

La Patrona del Noreste Argentino deja su Basílica de Itatí para visitar a sus hijos que están en Villa y la zona.

La Madre visita a sus hijos, vayamos a su encuentro.

El Chaja


El vuelo del Chaja

Es un ave que se domestica fácilmente. Hay muchos relatos de tales ocasiones. Su alimentación es vegetal y no ofrece peligro a los polluelos de las otras aves. Al contrario, como que adopta a aquellos más pequeños.

El macho y la hembra son bastante similares. Son capaces de nadar como los patos. El vuelo es fuerte, a tal extremo que se confunden con las águilas y los buitres en el aire.

Debajo de la piel, en todo el cuerpo, tiene espacios vacíos. Le llaman cavidades de aire. Éstas le sirven para flotar en el agua y amortiguar los golpes. Lo cual tiene mucho sentido en otras aves, pero no mucho en el chajá. Si nos fijamos en las patas veremos lo ancha que son, esto es debido a las cavidades. También justifican el poco peso de un ave tan grande. Un adulto pesa de 3 a 4 kg.

Por lo general el chajá es un ave de buen temperamento. Se les ve en parejas y en ocasiones en grupos hasta de cien de ellos. Y tienen bastante tolerancia con aquellos que le molestan. Pero si se da el caso de tener que defender su territorio, están bien preparados para hacerlo. En cada ala tiene dos espolones córneos que usan en la defensa. Cuando se faja, lo hace dando aletazos. Con frecuencia clavando los espolones en el agresor.

AM Libertad en Vivo


Sintonice y vea desde aquí lo que se emite en este mismo momento en AM Libertad

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Timbó Laurel Curupí


Lindos ceibales en flor

pago de todo mi amor

San Javier donde nací.

No he de morir sin volver,

a tus costas San Javier.

Autor: Don Julio Miño

Recorriendo el Litoral entra en la red


El ciclo radial ya viene desde hace tiempo sonando en el dial de la radio AM Libertad hablando y manteniendo nuestra cultura, la cultura litoraleña, abarcando nuestra verdadera y original identidad de estas tierras. Teniendo una rica música, un folklore propio, flora y fauna única. Es esto en lo que creemos y defendemos, que lo nuestro, es realmente nuestro.

Es entonces que necesitamos expandirnos a Internet para dar otro salto, para tener un mayor alcance, para que cada vez seamos más los que recorramos todo el litoral y nuestra bandera y nuestro espíritu reflorezca como lo hace el ceibo y sea defendido por nuestros compatriotas con amor y coraje.
Es entonces que nos despedimos, hasta la próxima actualización de la página, pero para matar la espera puede escucharnos de Lunes a Miércoles de 20 a 21 horas.